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¿Debe un docente convertirse en diseñador de prompts?

 

 

 

 

Últimamente parece que si no sabes hacer buenos prompts, no eres un buen docente.
Con cada nueva herramienta de inteligencia artificial, surge una nueva obsesión: ahora, la “alfabetización digital” parece reducirse a saber hablarle bien a una máquina.
 

Pero aquí va una idea incómoda:
Tal vez estamos sobreestimando los prompts e infravalorando la pedagogía.
 

La pregunta de moda —¿Debe un docente aprender a diseñar prompts?— revela más de nuestras ansiedades que de nuestras verdaderas necesidades. Porque detrás de ella hay una trampa: pensar que el problema educativo se resuelve con comandos bien formulados.
 

Y no.

Un buen prompt no salva una mala práctica.
Ni reemplaza una intención pedagógica clara.


Tabla de contenidos

 

 

1. El origen de esta ansiedad educativa

2. Desmitificando el poder de los prompts

3. Las habilidades que sí necesitamos (y no enseñamos)

4. La paradoja del docente aumentado

5. Una conclusión que no es cómoda, pero sí necesaria

 

1. El origen de esta ansiedad educativa


No es casual que ahora todos hablen de “aprender a hacer prompts”.
ChatGPT, Copilot, Gemini… todos requieren una entrada de texto para generar una respuesta. Y claro, si el resultado depende del input, entonces el prompt se vuelve una habilidad crítica.
¿Pero realmente eso es lo que necesitamos enseñar?
 

Como señala Neil Selwyn (Monash University), cuando una nueva tecnología entra al aula, hay una tendencia a sobrevalorar su novedad y subestimar su impacto real en los procesos de enseñanza-aprendizaje.

El foco en los prompts puede ser un síntoma de esa distorsión.


2. Desmitificar el poder de los prompts
 

La narrativa dominante parece clara: “Si aprendes a escribir buenos prompts, tu práctica docente mejorará automáticamente”.
Pero esto no sólo es simplista: es falso.
 

Un prompt perfecto con una pedagogía deficiente sigue siendo mala educación.


Mito 1: “Los prompts solucionan la carga de trabajo docente”
 

Sí, automatizan algunas tareas. Pero también generan nuevas formas de supervisión, reescritura y validación del contenido que la IA produce.
Un estudio de Critical EdTech señala que “los docentes terminan corrigiendo más que antes, porque la IA genera ideas desconectadas de sus contextos reales”.

Mito 2: "Cualquiera puede diseñar buenos prompts"


Diseñar prompts útiles no es solo escribir instrucciones claras.Requiere:

 

  • Comprender bien el modelo lingüístico,
  • Conocer cómo funcionan los Modelos de IA (LLM)
  • Conocer sus sesgos,
    Y, sobre todo, tener una intención pedagógica clara.
    Y esto no siempre se enseña en las formaciones rápidas que proliferan en redes.
     

Como advierte el investigador Neil Selwyn, hay una tendencia preocupante al “tecnosolucionismo”, es decir, confiar en la tecnología como si fuera una solución mágica para problemas educativos complejos. 

Mito 3: “El prompt es la nueva competencia docente”

La competencia sigue siendo diseñar experiencias de aprendizaje con sentido, no solo traducir objetivos curriculares a lenguaje máquina.
 

Como resumen desde el Center for Humane Technology en su podcast The AI Dilemma:
 

“Estamos enseñando a los docentes a hablarle a las máquinas, cuando lo esencial es cómo hablamos con nuestros estudiantes.” 
 

Lo único que si es cierto de todo esto, es que para conseguir buenas respuestas de los modelos de IA, hay que hacerles buenas preguntas o prompts.

 

3. Las habilidades que sí necesitamos (y no enseñamos)

 

 

Lo que realmente debería preocuparnos no es cómo hacer mejores prompts, sino cómo tomar mejores decisiones pedagógicas usando IA como copiloto.

 

Habilidades clave:
 

  • Diseñar experiencias de aprendizaje contextualizadas
     
  • Formular preguntas auténticas que generen pensamiento profundo
     
  • Integrar IA sin perder la intención educativa
     
  • Evaluar más allá del contenido: procesos, decisiones, transferencias
     

Como afirma el Center for Humane Technology, la alfabetización en IA no debe centrarse sólo en cómo se usa, sino en para qué y con qué límites.

 

4. La paradoja del docente aumentado

 

 

Aquí está la paradoja que nadie quiere ver: cuanto más sofisticada se vuelve la IA, más importante se vuelve el juicio pedagógico humano.
 

Desde redacta.me, donde hemos desarrollado nuestra plataforma MARIAChat, que permite crear, personalizar y gestionar asistentes de IA para docentes y alumnos, hemos observado algo fascinante: los docentes que mejor aprovechan la IA no son sólo los que escriben mejores prompts, sino los que además tienen más clara su intención pedagógica.

La IA puede generar contenido, actividades, incluso evaluaciones. Pero no puede:
 

  • Leer el lenguaje no verbal de un estudiante confundido
  • Adaptar la explicación al contexto cultural específico
  • Decidir cuándo una respuesta "perfecta" no es lo que el estudiante necesita en ese momento
     

La paradoja es esta: la IA nos está obligando a ser más humanos, no más tecnológicos.
 

¿Qué significa esto en la práctica?
 

Que el valor del docente no está en saber escribir el prompt perfecto, sino en saber cuándo NO usar IA. En reconocer los momentos donde la conexión humana, la intuición pedagógica o la experiencia vivida marcan la diferencia.
 

Como dice Douglas Rushkoff: "La pregunta no es cómo competir con las máquinas, sino cómo seguir siendo irreductiblemente humanos".
 

 

5. Una conclusión que no es cómoda, pero sí necesaria


No, no creo que el rol del docente sea convertirse en diseñador de prompts.
 

Creo que debemos ir más allá: convertirnos en diseñadores de experiencias de aprendizaje en un mundo donde la IA es parte del entorno, no el centro.
 

La pregunta no es si debemos dominar los prompts, sino qué tipo de educación estamos construyendo cuando la tecnología se vuelve ubicua.
 

Enseñar no es generar respuestas perfectas.
Es formar personas que hagan las preguntas correctas.


Y esa habilidad —formular buenas preguntas, pensar críticamente, conectar ideas, empatizar con el estudiante— no se aprende escribiendo prompts en un curso de fin de semana.
 

Se cultiva con años de práctica pedagógica consciente.
 

La IA puede ser una herramienta poderosa para amplificar esa práctica, pero nunca para sustituirla.
 

¿Y tú, estás invirtiendo tiempo en aprender prompts o en profundizar en tu intención pedagógica?
 

Me encantaría conocer tu experiencia.

¡Nos vemos en el próximo artículo! 😎









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